Dime que gerente eres y te diré qué tipo de colaboradores construyes

La mayoría de la comunicación se canaliza por los gerentes y  la  forma en que conducen a su personal fija el tono de la gestión.

La manera en que los colaboradores se sienten tratados es la clave de un buen gerenciamiento.

Si no los escuchamos, si nunca le pedimos sugerencias, si hacemos como si fueran importantes pero notan que su palabra no tiene ninguna trascendencia dentro del sector, iremos construyendo equipos endebles, vulnerables, no sólo a la desconfianza sino a la deslealtad.

Un equipo definido, con personalidad, con alta performance, necesita de un gerente sólido, respetuoso, observador y con una escucha empática profunda. Con esto no decimos que el gerente debe transformarse en el psicólogo de los conflictos de su gente, sino que un líder alerta puede evitar muchos obstáculos que se generan, en la mayoría de las veces, por esta indiferencia.

La confianza se produce cuando la persona siente que el otro también confía en él, en sus acciones, en sus palabras, en sus propuestas.

Hay que recordar que la comunicación se produce igual, nos interesemos o no, hablemos o no, escuchemos o no; lo que sucede es que se genera en canales informales, dentro de  la llamada “radio pasillo”, que siempre existe pero cuando aumenta su caudal en forma desmesurada nos avisa que los canales formales no están funcionando correctamente y debemos actuar.

Algo valioso es definir y explicar claramente los objetivos estratégicos. Si sabemos transmitir la visión de la organización a toda nuestra gente, tendremos equipos efectuando pasos firmes, sin desvíos del camino, desarrollando su máximo potencial hacia el objetivo prefijado.

En muchas organizaciones sin embargo, este circuito comunicacional no se produce y vemos infinidades de procesos que se repiten, mensajes ambiguos que provocan pérdida de tiempo y desmotivación, reuniones que se efectúan para pedir opiniones y luego no se cumple nada de lo propuesto  por la gente. Es el momento en que descubierto el juego, muchos dejan de jugar y pareciera que ya nada les importa de su trabajo.

La herramienta más fuerte con que cuenta un gerente es provocar el orgullo, emoción poco considerada pero que tiene la fuerza más potente para crear conductas positivas dentro de las organizaciones. El orgullo puede traspasar cualquier conflicto, puede modificar indiferencia en acción, apatía en proactividad. Es un verdadero escudo de seguridad organizacional.

La confianza y el orgullo, que están emparentadas, hacen equipos sin limites para lograr el éxito.

Si un gerente se compromete, junto a su equipo, por lo que no salió tan bien; si este líder además, comparte toda la información con ellos; si los trata a todos por igual, sin hacer diferencias, si sienten orgullo de pertenecer, habrá logrado formar un equipo de alta performance destinado sólo al éxito.

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