
Toda organización está formada por personas y son ellas, las que definen la dimensión real de la empresa.
Vivimos en una sociedad en la que prima el conocimiento y el aprendizaje continuo, en la que proliferan las empresas de servicios y donde cada vez son más las que afirman, y demuestran en sus balances, que el talento de sus empleados es su principal activo
Generan ventajas competitivas y por tanto cuanto más se aprovechen las cualidades de cada uno de sus integrantes, más fuerte será la organización y sólo es posible con políticas activas de gestión de las personas.
Por ser los principales agentes en la creación de valor, la efectiva gestión de las mismas constituye en la actualidad, uno de los elementos más estratégicos para el éxito de cualquier organización.
Las organizaciones más eficientes son las que consideran al capital humano como un activo estratégico y, por lo tanto, buscan alinearlo a su visión.
La capacidad de una empresa para involucrar a las personas con la misión, visión, valores y metas institucionales, así como la capacidad de conocer las fortalezas y debilidades de las personas para desarrollar el potencial existente, marcan la diferencia y hace que la función de la gestión de personas adquiera importancia capital.
El área de Gestión de las personas ha pasado de ser un área netamente operativa a desarrollar un rol estratégico dentro de las instituciones, inclusive a los directivos de cualquier área se les exige formación, experiencia y, sobre todo, habilidades específicas de comunicación y relación interpersonal.
Por eso, tener en cuenta las habilidades y competencias del liderazgo y los instrumentos que se obtiene en un aprendizaje continuo, universal y colaborativo, tanto en el puesto y en la red, logra construir equipos eficientes y comprometidos.
El viejo concepto de Recursos Humanos deja paso así al de la Gestión de las personas, marcando fuertemente que lo primero en una Institución es su gente.